2015, año impar




No me gusta la Navidad y, por tanto, no la felicito. Prefiero pronunciar y compartir otro deseo: ¡Feliz año nuevo! 

Ante nosotros se presentan 12 meses, cada uno con sus días y sus horas, para ser feliz, sentirnos en calma, amar y ser amados. 12 meses para ser estrenados, vividos y para añadirlos a ese maravilloso 'cajón' llamado experiencia. Habrá lágrimas y también carcajadas. Habrá, que de eso se trata, emociones, algunas nuevas y otras ya conocidas.

Comienza un ciclo en el que algunas cosas no cambiarán y otras nos sorprenderán por no estar habituados a ellas. Desde ayer, tenemos más minutos de luz y, poco a poco, llegará la primavera. Y aunque yo siempre he adorado el otoño y el invierno, desde que vivo en Pamplona, ansío que ella llegue. Pronto estará aquí.

Cada vez pasan antes las estaciones. O a mí me pasa la vida con celeridad.

Me gustan los años impares, no guardo el archivo de sucesos memorables que corresponden a ellos, pero me gustan, sin más.

El que acaba ha sido otro período de crecimiento. Me he visto expuesta a viviencias nunca antes experimentadas y he procurado sacar una lectura positiva. Y continuar caminando, paso a paso. 

No suelo escribir listas de propósitos ni siquiera los guardo en mi memoria, porque la vida te va llevando, con frecuencia, por rutas y lugares que no tenías previstos. Me atrevo a recibir lo que está por venir.

Bienvenido 2015:

Nuevo año.
Nueva gente.
Nuevas cosas.
Nueva felicidad.
Nuevos desacuerdos.
Nuevas oportunidades. 

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