Baños, cosas que sí, cosas que no



(© Foto Check In Rioja)

Tengo la suerte de visitar hoteles. Cuando digo hoteles, me refiero a muy buenos hoteles. Y aunque no lleve toda la vida haciéndolo, mi corta experiencia ha sido tan intensa que podría escribir un tratado sobre cuestiones que sí y cuestiones que no.

Empezaré por el baño. 

Los hay sensatos y también los he encontrado insensatos.

Duchas imposibles de entender de forma lógica y que, por tanto, te dan alguna que otra sorpresa. Sea por agua inesperada, por aquí por allá, o por temperatura inadecuada.

Duchas que resbalan. Y otras de las que por algún lugar se sale el agua.  

Toalleros demasiado lejos; o demasiado cerca. O demasiados altos para alguien tan pequeño como yo.

Otro apartado: las tazas. Las hay con un diseño complicado, demasiado altas (creo que no solo para mí) y sin escobilla. ¿Cómo puede ser? Sí, todos deberíamos usar este objeto doméstico. 

Existen baños con rollo sexy pero algunos se pasan y resultan muy indiscretos.

Me gustan los espacios integrados, sí, pero cada elemento debe estar en el lugar adecuado y a salvo de miradas. De miradas e insonorizado. Vamos que es suficiente con una puerta y unas paredes que vayan del suelo al techo, que no se queden a medias. Que se oye todo, y uno puede cortarse o no, y entonces es peor.

Duchas a la vista, bien, bueno, eso quizás. Pero la taza del váter, nunca. O al menos que haya una forma de decidir si ver y ser visto o pasar de ello.

Acerca de las bañeras, seré franca, no suelo tener peros. Pueden ser más o menos grandes, pero suelen ser maravillosas. Sé que la práctica de sumergirse en agua caliente es poco ecológica, pero de vez en cuando sienta tan bien... es como un ejercicio de limpieza interior, se lleva la tensión, lo malo del día... todo eso se va por el desagüe, con el agua. Recuerdo algunas memorables. De ninguna tengo queja, yo que suelo viajar con el set de sales de baño y mascarillas para regalarme una sesión de 'spa hotelero pero doméstico'.

El apartado de las tallas mini de productos de cosmética también da para un tratado, sobre todo, el hecho de que, nos gusten o no, siempre nos las llevamos. 

La sensatez e insensatez de ese lugar llamado baño (de hotel). 

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